martes, 5 de abril de 2011

Pequeña paradoja

Bien, hace poco apareció en un foro del que soy integrante (no hago el enlace por ser privado) la siguiente paradoja:

¿Y si fueras el padre de tu padre?
(Para mujeres: ¿Y si fueras la madre de tu madre?)

Aún el tema en el foro es nuevo así que no se ha desarrollado demasiado, pero de mi parte han surgido 2 líneas de pensamiento, las cuales voy a exponer a continuación:

1- Línea física:
Es imposible. Para ésto deberíamos aparearnos con nuestra abuela y embarazarla. Ya dudo de que esto sea posible, pero en caso de que suceda, la nueva vida jamás podría ser la de nuestro padre.
Pero existe algo que quizás haga un poco más posible ésto: Los Universos paralelos. Ésta idea se desarrolló un poco en el foro nombrado llegando a la conclusión de que, por mas que en otro universo preñemos a nuestra abuela y que la persona concebida sea nuestro padre, de ninguna forma podríamos ser a la vez nuestro propio nieto. No dentro del mismo universo. Pero ya estamos un poco más cerca.

2- Línea... ¿espiritual?
Ok, no se como llamarla, pero es la línea mas importante de las 2. En fin... No digo que de repente haya un intercambio de almas entre nuestro abuelo y nosotros. Sino imaginarnos, de repente, como habriamos sido nosotros si hubiesemos sido nuestros abuelos. Todo ésto incluido en el contexto de que nuestra existencia física aún no es un hecho (en palabras fáciles: volveríamos atrás en el tiempo, siendo nuestros padres aún unos niños, y nosotros lógicamente sin haber nacido).
El tema es complicado. Nosotros sabríamos qué es lo que está pasando (osea, somos nosotros mismos encarnados en el cuerpo de nuestro abuelo), por lo que quizás podamos influir sobre nuestro padre para sacar cierta ventaja en el futuro (cuando por fin naciéramos).
Digámoslo así: ¿Qué hubiésemos cambiado en la educación de nuestro padre, para que hoy nosotros "vivamos" mejor?
Hacerlo no implica de repente que, si hay algo malo en nuestras vidas, sea culpa de nuestro padre. Sólo ver la oportunidad de mejorar algo a través de esa vía. Personalmente aún no me doy cuenta de sobre qué podría cambiar en la vida de mi viejo que sea provechoso para mí. Y hasta me da pereza pensarlo. Pero dejo la puerta abierta a la reflexión y, si se encuentra algo, buscar la forma de llegar a esa solución siendo ya nosotros mismos.

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